Si nos ponemos a rebuscar en el fondo de nuestra conciencia lingüística, todos tenemos ahí depositadas un puñado de palabras favoritas, de palabras a las que tenemos gran apego. Nos suenan de un modo especial, nos besan los oídos cuando llegan hasta ellos, las pronunciamos con delectación, regusto, con singular devoción y respeto, nos hacen detenernos y complacernos cuando nos encontrarnos con alguna en la lectura. Son, por derecho, nuestras palabras más queridas. Mi extensa vida me ha permitido depositar en ese baúl sentimental una docena de términos, o pocos más, y ahora, después de estar guardados y protegidos del olvido, quiero buscarlos por los rincones de mi memoria y sacarlos a la luz, para contemplarlos, admirarlos, disfrutarlos como tesoro almacenado; también pretendo ofrecerlos a quien tenga un espíritu pronto a recibir regalos de cultura. Unas de esas palabras me han gustado por sus sonidos, otras por lo que significan, casi todas por los elementos de mi entorno y mi e...
Artículos sobre lengua española, literatura, música y comunicación en general, dirigidos a un público no especializado.