Ciertamente, la palabra “maduro”
está de actualidad. No tanto con minúscula y función adjetiva, sino con
mayúscula, como corresponde a un nombre propio, en este caso el apellido del
presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Él mismo advirtió que
aparece en la prensa española más que Rajoy y que ganaría unas elecciones si se
presentara, tal es el grado de popularidad. Sin embargo, yo me voy a referir aquí, no al mandatario americano, sino
al adjetivo, origen
a su vez del verbo “madurar”.
La RAE recoge dos sentidos básicos para este término: uno, relacionado con los frutos, “que está en sazón”, aunque también puede aplicarse a otros objetos, incluso abstractos (“Esa propuesta no está aún madura”), y otro relacionado con las personas, “prudente, juicioso, sesudo”; de este se deriva un tercero, persona “entrada en años”.
La RAE recoge dos sentidos básicos para este término: uno, relacionado con los frutos, “que está en sazón”, aunque también puede aplicarse a otros objetos, incluso abstractos (“Esa propuesta no está aún madura”), y otro relacionado con las personas, “prudente, juicioso, sesudo”; de este se deriva un tercero, persona “entrada en años”.


Se da, pues, un fenómeno similar al que analizamos para los dobletes “caducando”/”caucando”, "calidad"/"caliá" y otros (http://jaramito.blogspot.com.es/2013/06/caucando-calia-y-similares.html). Aquí, el doblete lo constituye “maduro”/”maúro”, dos términos relacionados, al menos fonéticamente, que se diferencian por haberse especializado cada uno es un significado propio y específico.
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