jueves, 26 de diciembre de 2013

MI FELICITACIÓN NAVIDEÑA (II)

Foto de Rafa Gª Notario
               Aplicando esta doctrina a mi caso, está claro que quienes han dado la callada por respuesta no se han comportado como esperaba yo, como la mayoría de los que pudieran haber estado en mi situación. Se han comportado poco cortésmente. Puesto que mi felicitación no se ha realizado de forma presencial, sino a través de internet, es posible que se hayan  interpuesto obstáculos insalvables, como la difícil accesibilidad de algunos destinatarios al correo o chat, la falta de manejo de las tecnologías  para escribir y remitir una respuesta electrónica, etc. Son interferencias que no dependen de la voluntad de las personas y constituyen carencias comprensibles, totalmente excusables. Pero cualquier otro factor fuera de ellas ha de cargarse en el debe de mis contactos silentes, incluso el olvido, el aplazamiento sine die, etc.; y no digamos el no sentirse obligados, por la creencia de que las felicitaciones y similares no requieren respuesta, ni siquiera acuse de recibo. Yo considero inexcusable corresponder a todo el que te da generosamente algo sin estar obligado a ello, como por ejemplo una felicitación. En adelante, esas personas tendrán que reparar, de algún modo, su falta de delicadeza, vamos a llamarla así, o esperar que yo me distancie, que nuestras relaciones empiecen a enfriarse, etc. Es la consecuencia lógica del “significado” que me ha “comunicado” su injustificado mutismo.
                Por el contrario, me siento pagado y agradecido a los que me han contestado, tanto si se han referido a mi música, como si únicamente me han deseado, agradecidos, la misma felicidad que yo a ellos. A esta última variedad de respuestas es a la que me voy a referir ahora.
                Mi mensaje contenía dos núcleos temáticos fundamentales, que voy a parafrasear así: 1) me gustaría que pasaras unas estupendas fiestas de Pascua junto a tu familia, 2) he hecho unos villancicos, cosa que   -tratándose de mí-  tiene su mérito, para que sirvan como digna señal de mis deseos. La mayor parte de los correos o mensajes recibidos no hacen alusión sino solo a lo primero. Eso me lleva a suponer que no han reparado en lo segundo o, mejor aún, que no han percibido el carácter relevante de la inclusión de una música mía y no han visto en ello motivo alguno para tocarlo como tema en sus respuestas. Aparece aquí otro elemento esencial en la comunicación: la relevancia.  (Continúa aquí)


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