jueves, 26 de diciembre de 2013

MI FELICITACIÓN NAVIDEÑA (y III)


Foto de Rafa Gª Notario
               De manera muy elemental, diré que la comprensión cabal de un mensaje solo es posible si el receptor distingue los contenidos relevantes de un texto oral o escrito, teniendo en cuenta las circunstancias en las que se produce; o, lo que es lo mismo, si capta aquello a lo que el emisor le otorga especial relevancia en tal contexto. Suponiendo que el discurso emitido esté bien construido y dé suficientes pistas sobre el núcleo o núcleos relevantes, el receptor debe poseer las habilidades suficientes y los conocimientos generales y particulares de la situación como para identificar ese núcleo o núcleos. Sirva este contraejemplo para ilustrar lo que digo: uno  de mis “amigos”, a quien envié por chat mis villancicos, lo primero que me dijo, y lo único, fue esto: “¿Qué animal es ese?”, refiriéndose a la imagen que se mostraba junto a la dirección en YouTube de la música. Por cierto, es un osito panda, una de las tres o cuatro fotos elegidas para que sirviera de leve soporte icónico en el vídeo donde inserté la música. Que yo sepa, YouTube solo admite clips de vídeo + audio.
               La capacidad comunicativa correspondiente a la relevancia forma parte, repito, de la competencia para la comprensión de textos. Coloquialmente se habla de “salir por la vía de Tarifa”, cuando alguien demuestra, por lo que dice, no haber captado lo más relevante de una intervención (o un libro o una noticia…) y haberse quedado con lo secundario, anecdótico, con las “hojas” del “rábano”. Es lo que le ocurrió a mi “amigo” del osito Panda. Otros, los que han omitido tocar en su respuesta el tema de la música, puede que, por haber leído mi mensaje superficial y rápidamente  -hecho habitual en internet-  o por no estar ese día tan agudos como sería de desear, se quedaron con el tema que tópicamente es más relevante en las tarjetas de Navidad   -la felicitación-  y fue ese el que seleccionaron como motivo para felicitarme a mí.
               La comunicación, como todo comportamiento humano, presenta fallos, nos equivocamos, nos confundimos, se nos escapan detalles…, que en ocasiones tienen consecuencias notables. No obstante, es deber de toda persona ir mejorando progresivamente, en esto y en todo. Al menos proponérselo. Y estoy convencido de que el conocimiento del principio de cortesía y de la teoría de la relevancia, expuestos aquí  -de modo muy simple, es verdad-, partiendo del caso de mi tarjeta sonora, pueden ser muy útiles.

               Felices fiestas a todos.



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