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Mostrando entradas de junio, 2015

HIJO (I)

               Hace un año largo, en uno de esos programas que Juan Imedio tiene en Canal Sur con niños, creo que los viernes por la noche, apareció un chiquillo sevillano, cofradiero hasta la médula, mostrando orgulloso un trono pequeño, que se supone portan niños metidos debajo, como los costaleros adultos. El espigado presentador hizo intento de colarse en ese hueco, sin poder meter más que la cabeza. El joven semanasantero le espetó con energía: “¡Es que eres “mu” grande, hijo”.  Verdaderamente, la diferencia de edad y de estatura hacían chocante el uso de ese término, “hijo”. A mí me llamó la atención. http://www.sitesmexico.com/noticias/2013/02/ que-hacer-cuando-los-hijos-adultos-viven-en-casa/                Igual que me llama la atención oír en numerosísimas películas americanas el vocativo “hijo”, dirigido a algún muchacho o adulto joven por parte de hombres de cierta edad, con un ton...

HIJO (y II)

               En una recolección apresurada y asistemática, me he encontrado con pinceladas de reconvención, afeamiento, acusación también, en momentos en que una persona no concede a otra una petición (un caramelo, por ejemplo) y esta lo despide entre malhumorado, despechado, deseoso de venganza y lleno de menosprecio: “Anda, hijo, a ver si te atragantas”, “Anda, hijo, métetelo… donde te quepa”. Miremos este otro ejemplo: una chica le enseña al novio su vestido nuevo, él apenas la mira y no dice nada, por lo que ella lo acusa: “Osú, hijo, qué esaborío eres” [“Jesús, hijo, que antipático eres”]. Nótese cómo en estos dos enunciados últimos, el vocativo “hijo” (o “hija”, aquí sí) va antecedido de una interjección (“osú”) o un verbo en camino de dejar de serlo (“anda”). https://adventistascastelar.files.wordpress.com /2013/05/madre-e-hijo-adolescente.jpg Similar matiz negativo presenta, por último, el vocablo “hijo” en vocativo, cuando se qu...

CONVERSACIÓN MÚLTIPLE

               Estaba pensando dirigirme por algún medio a algunos de mis contactos de wasap y a ciertos amigos de facebook, para censurarles una conducta viciada que a veces muestran en sus conversaciones digitales ( chats ). Decirles que no deben “hablar” con varias personas a la vez; que, aunque ellos digan que pueden atenderlas sin merma de atención, comprensión y respuesta, no llevan razón; que nuestra mente no está hecha para realizar diversas tareas simultáneas, sobre todo si son de cierta complejidad; que, si se actúa así, la recepción de los mensajes será muy superficial, a fogonazos, percibirán únicamente lo más llamativo; que no menos liviana, cuando no desenfocada, será la contestación; que no agrada a nadie esperar a que el otro termine con todas sus interlocuciones paralelas, antes de seguir con uno; que lo más seguro es que se acostumbren a este modo de comunicación múltiple y tan por encima, dados la inclinación a acumular y el gu...

...DETRÁS DE LA PUERTA (I)

Cuando el autobús de los reclutas llegó al campamento, era casi la hora de cenar. Los muchachos dejaron sus mochilas en un rincón de un amplio dormitorio con literas, al que oyeron que el sargento acompañante denominaba “la compañía”; en la puerta tenía el número 23. Camino del comedor, se percataron de que había muchas más compañías, dispersas por el llano, y de que la 23 era la última.  Ocuparon dos mesas alargadas, de piedra gris. La débil y fría luz de las escasas barras de neón prestaba al espacio y a los objetos un aire poco acogedor, sombrío e incluso algo tétrico, que los nuevos reclutas compensaron con una sarta de ocurrencias y chistes sobre la nueva vida que en ese punto y hora estrenaban. Eran quince, procedentes de las provincias de Málaga, Granada, Jaén y Almería. Todos estaban en mitad de su carrera, Económicas, Físicas, Magisterio, Filosofía y Letras… Iban a realizar el período inicial de las milicias universitarias, que por primera vez se llevaría a cabo en un...

...DETRÁS DE LA PUERTA (II)

Eduardo salió, como otros muchos, con la camisa y el jersey en la mano, sin calcetines y con los zapatos en chancla. Corrió todo lo que pudo  -aplicando ya, inconscientemente, el absurdo patrón general de conducta acelerada-  y alcanzó a ocupar la penúltima plaza de una de las dos filas que se formaron. Se alegró de no estar en la cola, como todos los que le antecedían. Según se pudo comprobar en las próximas semanas, las continuas carreras características daban como consecuencia la aparición de brotes de rivalidad, la pugna por llegar los primeros o, al menos, no ser los últimos. Quienes quedaban descolgados del pelotón, no solo eran avergonzados e incluso castigados por los superiores, sino también escarnecidos por los iguales. Todos terminaron por asimilar, al menos aparentemente, el valor absoluto de la celeridad, nunca justificada. De camino, se fue imponiendo un tipo de comportamiento como lucha, como disputa, como aspiración a ganar, a pesar de que el  premio so...

... DETRÁS DE LA PUERTA (y III)

Durante las horas de tiempo libre, los reclutas se imponían dos deberes: uno, comer para matar el hambre que sentían después del almuerzo y la cena, con platos que raramente se podían ni siquiera probar (parecía que, muy de acuerdo con los objetivos de la formación militar, o sea, para la guerra, allí se cocinaba no para los soldados, sino contra los soldados); y el otro, beber. No agua ni ningún otro inocente líquido. En absoluto. Pedían en la “cantina” (así llamaban al bar de la tropa) unas botellas de cocacola, se bebían el 90% del negro contenido y, a continuación, pedían que rellenaran los cascos con ginebra, lógicamente de garrafón. Así, al cuarto de hora de tal operación, ya estaban curdas, con un cebollón que llevaría su espíritu en volandas hasta la hora de la supuesta cena. Durante ese tiempo, el cerebro de Eduardo seguía rotando en torno a su eje, pero no ya por el apremio impuesto a sus acciones, contrario, como se ha dicho, a su naturaleza y a la más mínima sensatez, si...