En mis tiempos (que quiere decir: cuando yo era joven), tenía mucho predicamento el verbo “alienar”, sobre todo formando parte de la perífrasis “estar alienado”. Procedía de una simplificación de la noción marxista de “alienación”. Si no recuerdo mal, se usaba para afear a alguien su adscripción acrítica a una forma de pensar o de comportarse solo por ser socialmente prestigiosa o estar de moda. Se decía de quienes carecían de ideas propias y se manejaban con conceptos ajenos, provenientes de instituciones o grupos sociales de gran empuje, aunque no siempre de igual sustancia. Hoy no se emplea apenas la expresión, lo que no significa que haya desaparecido la condición de alienado. En el terreno de la política, un alienado es aquel que, perteneciente o no a un partido, admite la prédica de este con los ojos cerrados y aun defiende públicamente su discurso, por encima de todo ...
Artículos sobre lengua española, literatura, música y comunicación en general, dirigidos a un público no especializado.