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Atendiendo a las palabras y expresiones que me propongo comentar en lo que sigue, me da la impresión de que, en general, los nombres de sustancias que surgen de nuestro cuerpo son términos marcados negativamente, llamados a ser evitados. Tal vez sea porque, pese a ser productos naturales, humanos, producen repugnancia y, así, contaminan el modo de llamarlas, el cual queda condenado con la prohibición que reza en el título: «¡Eso no se dice! Una, la más común entre ellas es «mierda», o sea, excremento. Desde niños nos enseñan y nos repiten hasta la saciedad que se dice «caca». Es verdad que este nombre conserva un cierto halo de vocablo infantil, pero, llegado el caso, también la utilizamos los adultos; me refiero a momentos en que queremos sustituir un pariente próximo, el verbo «cagar», condenado al registro coloquial, en el borde mismo de lo vulgar. Otros sustitutos más aceptables son «evacuar», «dar de vientre», quizás «iñar» (propiamente, ‘emitir ruidos denotativos de un es...