domingo, 14 de octubre de 2012

EL ACORDEÓN NO ME LO COMPRARON


               La historia del acordeón que inicié en el anterior artículo (http://www.ymalaga.com/blocs/que+nadie+se+calle/lo-que-quiero-es-un-acordeon.88923.html) es cierta: yo tenía unos diez años y mi mayor ilusión era tener un acordeón rojo que lucía en un escaparate antequerano. Concluyó quedándome a dos velas, sin mi anhelado instrumento. Aparte del cruento tajo a mi incipiente afición musical como intérprete, supuso el desgarro definitivo del inocente velo que oculta a la infancia la existencia de metas  -caprichos, muchas de ellas-  imposibles.  
               Así fue. Y hoy me propongo comentar, algo más por extenso, no la frustrante negativa paterna, sino la frase que expresa lo ocurrido: “El acordeón no me lo compraron”.  Empiezo comprobando que eso mismo podría decirse de otra manera, más sencilla y más acorde con el orden sintáctico “canónico” (sujeto-verbo-complementos): “No me compraron el acordeón”. ¿Qué aporta la versión dislocada “El acordeón no me lo compraron” (C-[S]-V)? Aparentemente, la diferencia es nula, parece que ambas expresan lo mismo. ¿Entonces?
               Seguramente, en los enunciados que en un texto podrían anteceder al que traemos entre manos (en cualquiera de sus dos versiones) se hablaría de cuestiones más o menos  próximas semánticamente (X toca el acordeón muy bien, la afición musical debe cultivarse desde pequeño, el acordeón es un instrumento relativamente barato, he visto un acordeón parecido al que yo quería…). En cualquier caso, en nuestro ejemplo se trata, con toda seguridad, acerca del acordeón que yo deseaba; y se hace dando por supuesto que mi(s) receptor(es) saben a qué acordeón me refiero, para añadir una información nueva: que no me lo compraron. Como he mencionado en otros artículos acerca de estas cuestiones (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/09/esto-que-es-lo-que-es-y-ii.html), el nombre que se le da en las ciencias de la comunicación al elemento (dado por) conocido de un enunciado, fragmento o texto es el de tema, y a los datos (dados por) nuevos, el de rema. Aquí, el tema es “el acordeón” y el rema “no me lo compraron”.
               Algunas veces, el tema se mantiene a los largo de un texto o, más frecuentemente, dentro de un fragmento o pasaje. Pero no siempre  es así, sino que en cada enunciado o conjunto pequeño de enunciados se cambia de tema. Hecho que es preciso hacer ver al receptor para no dificultarle la comprensión ni confundirlo. Cuando el que he llamado orden canónico basta para distinguir tema y rema, no hay por qué acudir a otro procedimiento identificador. Si no es así, resulta necesario hacer algo, aplicar algún tratamiento especial al enunciado. Es lo que se llama topicalización y consiste en la alteración del enunciado, orientada a mostrar que tal o cual elemento, y no otro, es el tema, denominado también tópico (*). Como la focalización, pertenece al grupo de los mecanismos al servicio del énfasis (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/10/lo-que-quiero-es-un-acordeon.html).
               No otra es la naturaleza de la distinción entre “No me compraron el acordeón” y “El acordeón no me lo compraron”.  El segundo orden tiene como objetivo la topicalización de “el acordeón”, que se supone necesaria por alguna razón de contexto. La colocación del tópico al comienzo del enunciado es, como se ve, un recurso topicalizador. Otros son determinadas locuciones, como “en cuanto a”, “en relación con”, “respecto a”, “por lo que se refiere a/toca a” y similares.
                               En cuanto a ti, ni espero nada ni te debo nada
                               En relación con el problema económico, ya es hora de hacer algo
                               Por lo que se refiere a mi hijo, le hablaré con toda claridad
               En el post citado arriba (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/09/esto-que-es-lo-que-es-y-ii.html) hablaba de la posibilidad de que coexistan en un mismo enunciado dos tópicos:
                               Para windows, ¿son muy caros los programas?
                                        T-1                                           T-2
               En la zona dialectal andaluza donde me desenvuelvo, y posiblemente en otros ámbitos del español, se emplea con harta frecuencia la locución “lo que es” como elemento topicalizador.
                               Lo que es yo, me voy ahora mismo a la cama
                               Lo que es mi hermano, ni merece la pena que habla de él
Algunos opinamos que sería mejor decir
                              En cuanto a mí, me voy ahora mismo a la cama
                              De mi hermano, ni merece la pena que hable

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martes, 9 de octubre de 2012

"LO QUE QUIERO ES UN ACORDEÓN"


               Si tengo el capricho de poseer un acordeón, no una guitarra ni un barco, y si con solo decirlo es probable que alguien me lo satisfaga, mi petición será: “Yo quiero un acordeón”. No obstante, este enunciado también me puede servir, llegado el caso, para desterrar toda sospecha de que sea mi hermano, y no yo, quien pide ese instrumento. En la primera interpretación (en adelante, A), el enunciado centra la atención en “acordeón”, mientras que, en la segunda (en adelante, B), el mayor relieve corresponde a “yo”.
Cuando el enunciado es oral, la forma de emitir “Yo quiero un acordeón” (entonación, curva de intensidad, pausas, etc.) puede que ponga de manifiesto con bastante nitidez un sentido u otro; por escrito no siempre es tan fácil ni tan simple, se necesita en ocasiones utilizar otros medios complementarios; también caben en lo oral, naturalmente, para recalcar el valor elegido. Así, esta forma subraya el significado A: ”Lo que quiero es un acordeón”/ “Un acordeón es lo que quiero”; y el segundo (B) queda más patente de esta manera: “Yo soy quien quiere un acordeón”/”Quien quiere un acordeón soy yo”.
               La gramática última de la RAE, incorporando una conocida terminología y teoría sintáctico-textual, denomina a estas estructuras “oraciones hendidas”, “escindidas”,  “ecuacionales”, “perífrasis de relativo” o “copulativas enfáticas de relativo” (*), título por el que se decide, y las incluye dentro del grupo de las “copulativas enfáticas”. Los miembros del enunciado originario (“Quiero un acordeón”) se distribuyen como sujeto y atributo de una oración copulativa compuesta (o compleja). Vuélvase a los ejemplos: en los correspondientes al sentido A se hace hincapié (“énfasis”) en que el objeto de mi deseo no es otro que un acordeón, donde la novedad informativa y núcleo de interés no es que yo quiera algo, eso ya se da como conocido, sino cuál es el instrumento a cuya posesión aspiro, qué es ese “algo”; en B, se acentúa, de idéntica forma, que quien pretende disponer de un acordeón, o lo que sea, soy yo, no otro. Tanto es así, que si un receptor quisiera formular una pregunta aclaratoria en relación con A, interrogaría sobre el objeto ansiado, y no sobre otro aspecto de la oración: “¿Qué es lo que quieres?”, mientras que, acerca de B, la interrogación diría “¿Quién quiere un acordeón?”.
               La operación que da lugar a tales estructuras “copulativas enfáticas de relativo” se denomina focalización (**). Consiste en configurar sintácticamente la oración de modo que un determinado elemento, el que aporta novedad informativa en el contexto discursivo inmediato, destaque como foco del enunciado.
               Según se observa en los ejemplos, recursos focalizadores son el desplazamiento al extremo izquierdo o derecho del enunciado (“Un acordeón quiero”), así como la fórmula “hendida”, que conjuga el desplazamiento y la bimembración sintática (“Lo que quiero es un acordeón”, “El que quiere un acordeón soy yo”).
               El énfasis es un fenómeno lingüístico-comunicativo, que puede darse tanto dentro de los límites del enunciado, como en la globalidad del texto o alguna de sus secciones. Pertenece a la dimensión o estructura informativa, en la que podemos observar, entre otros, segmentos planos y segmentos enfatizados (resaltados, subrayados, intensificados, recalcados…), según acabamos de ver. La focalización es una clase o tipo de énfasis. Por otra parte, dicha estructura informativa se despliega mediante la articulación de unidades con información “conocida” (tema) y unidades con información “nueva” (rema). La focalización se aplica a las de segundo tipo.  Por último, tanto el énfasis en general como la focalización en particular, son acciones opcionales, que valen precisamente por eso, en oposición a los pasajes no enfáticos y con ocasión del realce que se necesite/desee dar a ciertos elementos oracionales o textuales. 
Mi padre era muy aficionado a la música. Mi esposa también lo es, por suerte. Ya de novios, me quiso comprar una guitarra. Pero lo que yo quería era un acordeón. Y lo conseguí. Aprendí a tocarlo y llegué a ser un notable intérprete. La guitarra no la hubiera mirado siquiera.
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(*)  RAE: Nueva gramática de la lengua española. Manual. Madrid, Espasa, 2010, pp. 776-9.
(**) http://revistas.ucm.es/index.php/THEL/article/view/THEL9292120039A/34341