La historia del acordeón que inicié en el anterior artículo (http://www.ymalaga.com/blocs/que+nadie+se+calle/lo-que-quiero-es-un-acordeon.88923.html)
es cierta: yo tenía unos diez años y mi mayor ilusión era tener un acordeón rojo
que lucía en un escaparate antequerano. Concluyó quedándome a dos velas, sin mi
anhelado instrumento. Aparte del cruento tajo a mi incipiente afición musical
como intérprete, supuso el desgarro definitivo del inocente velo que oculta a
la infancia la existencia de metas
-caprichos, muchas de ellas-
imposibles.
Así fue. Y hoy me propongo comentar, algo más por extenso,
no la frustrante negativa paterna, sino la frase que expresa lo ocurrido: “El
acordeón no me lo compraron”. Empiezo
comprobando que eso mismo podría decirse de otra manera, más sencilla y más
acorde con el orden sintáctico “canónico” (sujeto-verbo-complementos): “No me
compraron el acordeón”. ¿Qué aporta la versión dislocada “El acordeón no me lo
compraron” (C-[S]-V)? Aparentemente, la diferencia es nula, parece que ambas
expresan lo mismo. ¿Entonces?
Seguramente, en los enunciados que en un texto podrían
anteceder al que traemos entre manos (en cualquiera de sus dos versiones) se
hablaría de cuestiones más o menos próximas
semánticamente (X toca el acordeón muy bien, la afición musical debe cultivarse
desde pequeño, el acordeón es un instrumento relativamente barato, he visto un
acordeón parecido al que yo quería…). En cualquier caso, en nuestro ejemplo se
trata, con toda seguridad, acerca del acordeón que yo deseaba; y se hace dando
por supuesto que mi(s) receptor(es) saben a qué acordeón me refiero, para
añadir una información nueva: que no me lo compraron. Como he mencionado en
otros artículos acerca de estas cuestiones (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/09/esto-que-es-lo-que-es-y-ii.html),
el nombre que se le da en las ciencias de la comunicación al elemento (dado
por) conocido de un enunciado, fragmento o texto es el de tema, y a los datos (dados por) nuevos, el de rema. Aquí, el tema es “el acordeón” y el rema “no me lo
compraron”.
Algunas veces, el tema
se mantiene a los largo de un texto o, más frecuentemente, dentro de un
fragmento o pasaje. Pero no siempre es
así, sino que en cada enunciado o conjunto pequeño de enunciados se cambia de tema. Hecho que es preciso hacer ver al
receptor para no dificultarle la comprensión ni confundirlo. Cuando el que he
llamado orden canónico basta para distinguir tema y rema, no hay por
qué acudir a otro procedimiento identificador. Si no es así, resulta necesario
hacer algo, aplicar algún tratamiento especial al enunciado. Es lo que se llama
topicalización y consiste en la
alteración del enunciado, orientada a mostrar que tal o cual elemento, y no
otro, es el tema, denominado también tópico (*). Como la focalización, pertenece al grupo de los mecanismos al servicio del
énfasis (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/10/lo-que-quiero-es-un-acordeon.html).
No otra es la naturaleza de la distinción entre “No me
compraron el acordeón” y “El acordeón no me lo compraron”. El segundo orden tiene como objetivo la topicalización de “el acordeón”, que se
supone necesaria por alguna razón de contexto. La colocación del tópico al comienzo del enunciado es,
como se ve, un recurso topicalizador.
Otros son determinadas locuciones, como “en cuanto a”, “en relación con”,
“respecto a”, “por lo que se refiere a/toca a” y similares.
En cuanto a ti, ni espero nada ni te debo nada
En relación con el problema económico, ya es hora de hacer algo
Por lo que se refiere a mi hijo, le hablaré con toda claridad
En cuanto a ti, ni espero nada ni te debo nada
En relación con el problema económico, ya es hora de hacer algo
Por lo que se refiere a mi hijo, le hablaré con toda claridad
En el post citado arriba (http://jaramito.blogspot.com.es/2012/09/esto-que-es-lo-que-es-y-ii.html)
hablaba de la posibilidad de que coexistan en un mismo enunciado dos tópicos:
Para windows, ¿son muy caros los
programas?
T-1 T-2
T-1 T-2
En la zona dialectal andaluza donde me desenvuelvo, y
posiblemente en otros ámbitos del español, se emplea con harta frecuencia la
locución “lo que es” como elemento topicalizador.
Lo que es yo, me voy ahora mismo a la cama
Lo que es mi hermano, ni merece la pena que habla de él
Lo que es mi hermano, ni merece la pena que habla de él
Algunos opinamos que sería mejor decir
En cuanto a mí, me voy ahora mismo a la cama
De mi hermano, ni merece la pena que hable
De mi hermano, ni merece la pena que hable
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