jueves, 28 de septiembre de 2023

LAS COMAS DE MUÑOZ MOLINA

 

Por segunda vez[1] tengo el honor de basarme en un texto del extraordinario escritor Antonio Muñoz Molina para tratar sobre la coma. En este caso es un artículo de opinión suyo publicado en la prensa diaria hace unas semanas, titulado «Pestilencia del crimen» (El País, 23 de septiembre de 2003, sección Las otras vidas). Me centro en tres usos que juzgo anómalos, repetidos, uno más que los otros, es cierto, de manera sistemática a lo largo del escrito. Son los que detallo a continuación.

1. Cito la regla académica que importa en este primer caso, extraída literalmente de la ortografía publicada por la institución (Ortografía de la lengua española, Madrid, RAE, 1999), y luego copio los pasajes de Muñoz Molina donde, según creo, se vulnera esa norma y, por tanto, se emplea mal la coma.

5.2.2. Se usa coma para separar miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un mismo enunciado, a excepción de los casos en los que medie alguna de las conjunciones y, e, ni, o, u. Ejemplos: Estaba preocupado por su familia, por su trabajo, por su salud. Antes de irte, corre las cortinas, cierra las ventanas, apaga las luces y echa la llave.

No son pocos los enunciados del artículo donde aparece la coma delante de “y” u “o”, en contra del principio anterior, que excluye el signo en presencia de conjunciones copulativas y disyuntivas:

«El olfato percibe lo que no llega a advertir la mirada, y no precisa la lejanía del tacto, y previene de un peligro que captaría demasiado tarde el paladar».

«21 personas que hacían la compra o pegarle un tiro en la cabeza a un hombre inerme que iba por la calle con su hijo de la mano, o a un columnista que volvía perezosamente de desayunar un domingo, con una brazada de periódicos».

«Ahora este así llamado documental va a presentarse con las galas propias del Festival de San Sebastián, y mucha gente, sobre todo asociaciones de víctimas, ha expresado su protesta, y ha llegado a pedir que se cancele ese estreno»

«Jordi Évole apela a la libertad de expresión, y argumenta que quienes rechazan de antemano su documental debieran esperar a verlo para dar su opinión».

«una novela mía, en la que había una escena, cerca del final, en la que un terrorista dispara a un policía, y no se sabe si lo ha matado»

«Sobre esas personas es preciso que se hagan documentales, y que se estrenen con todos los honores en San Sebastián».

La Real Academia contempla, no obstante, un caso de uso correcto delante de las conjunciones citadas, especialmente “y”:

Sin embargo, se coloca una coma delante de la conjunción cuando la secuencia que encabeza expresa un contenido (consecutivo, de tiempo, etc.) distinto al elemento o elementos anteriores. Por ejemplo: Pintaron las paredes de la habitación, cambiaron la disposición de los muebles, y quedaron encantados.

Si no me equivoco, solo uno de los pasajes citados puede considerarse legitimado por esta excepción; es el primero:

«El olfato percibe lo que no llega a advertir la mirada, [por tanto] / y no precisa la lejanía del tacto, [por tanto] / y previene de un peligro que captaría demasiado tarde el paladar».

 

2. Otra regla sobre la coma que he visto conculcada es esta:

5.2.1. […] Cuando los elementos de la enumeración constituyen el sujeto de la oración o un complemento verbal y van antepuestos al verbo, no se pone coma detrás del último. Ejemplos: El perro, el gato y el ratón son animales mamíferos. De gatos, de ratones y de perros no quiere ni oír hablar.

No obstante vemos que, al menos una vez, el texto que analizamos se sale de la norma:

« Cada muerto, cada herido, cada superviviente, ha tenido una vida»

 

3. Por último, en contra de los casos anteriores, donde podría decirse que sobran comas, he apreciado varios en los que faltan, de acuerdo con esta otra regla: 

5.2.5. Los incisos que interrumpen una oración, ya sea para aclarar o ampliar lo dicho, ya sea para mencionar al autor u obra citados, se escriben entre comas. Son incisos casos como los siguientes: a) Aposiciones explicativas. Por ejemplo: En ese momento Adrián, el marido de mi hermana, dijo que nos ayudaría. b) Las proposiciones adjetivas explicativas. Por ejemplo: Los vientos del Sur, que en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, incomodan a los viajeros. c) Cualquier comentario, explicación o precisión a algo dicho. Ejemplos: Toda mi familia, incluido mi hermano, estaba de acuerdo. Ella es, entre mis amigas, la más querida. Nos proporcionó, después de tantos disgustos, una gran alegría. d) La mención de un autor u obra citados. Por ejemplo: La verdad, escribe un político, se ha de sustentar con razones y autoridades.

El siguiente enunciado creo que pide coma delante de “como”, porque responde, seguramente, a más de uno de los modelos ilustrados por los ejemplos de la Ortografía académica:

«No “contra la violencia” como decían sanitariamente algunos».

En el enunciado siguiente, hay varios incisos constituidos por proposiciones subordinadas antepuestas, que, pese a estar en construcciones sintácticamente idénticas, se puntúan de diferentes formas, todas erróneas, según la regla anterior o las transcritas más arriba:

«Un día, este verano, en un restaurante de Mallorca, pedí el pescado del día y cuando me lo pusieron delante el olor a podrido me revolvió el estómago. Lo aparté a un lado, y cuando logré llamar la atención de un camarero agitado y sudoroso, visiblemente desbordado por sus obligaciones, me miró con aire de sospecha, y al oír mi observación sobre el plato que él mismo me había servido puso cara de contrariado, casi ofendido».

 

Tal vez alguien podría acusarme de osado por intentar corregir a un escritor de la talla de Muñoz Molina, con tan larga y brillante trayectoria y con el mérito añadido de ser miembro de la Real Academia. Dicho así, tal vez lo parezca, pero mi análisis me respalda porque creo que está suficiente y claramente fundado. Desconozco los hábitos del gran novelista andaluz a la hora de ponerse a redactar y el modo en que revisa sus textos, literarios o no, antes de darlos a la imprenta. No sé si interviene un corrector, a su cargo o contratado por las empresas editoriales con las que publica; en tal caso, los errores señalados habría que achacarlos tal vez a este. Puede, por último, que los escritos breves sobre todo, como el que me ha ocupado, se transfieran por el autor al dictado mediante algún artilugio técnico de tantos como hoy se dispone. Ojalá fuera así y yo pudiera quedar a salvo de acusar a uno de los mejores novelistas actuales en lengua española.

 JOSÉ ANTONIO RAMOS

28.923

 



[1] La primera fue con el artículo «Todo lo que era sólido: una incoherencia ortográfica», inédito, 2016.

 

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