Por
segunda vez[1]
tengo el honor de basarme en un texto del extraordinario escritor Antonio Muñoz
Molina para tratar sobre la coma. En este caso es un artículo de opinión suyo publicado
en la prensa diaria hace unas semanas, titulado «Pestilencia del crimen» (El País, 23 de septiembre de 2003,
sección Las otras vidas). Me centro
en tres usos que juzgo anómalos, repetidos, uno más que los otros, es cierto,
de manera sistemática a lo largo del escrito. Son los que detallo a continuación.
1. Cito
la regla académica que importa en este primer caso, extraída literalmente de la
ortografía publicada por la institución (Ortografía
de la lengua española, Madrid, RAE, 1999), y luego copio los pasajes de
Muñoz Molina donde, según creo, se vulnera esa norma y, por tanto, se emplea
mal la coma.
5.2.2.
Se usa coma para separar miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un
mismo enunciado, a excepción de los casos en los que medie alguna de las
conjunciones y, e, ni, o, u.
Ejemplos: Estaba preocupado por su
familia, por su trabajo, por su salud. Antes de irte, corre las cortinas,
cierra las ventanas, apaga las luces y echa la llave.
No
son pocos los enunciados del artículo donde aparece la coma delante de “y” u
“o”, en contra del principio anterior, que excluye el signo en presencia de conjunciones
copulativas y disyuntivas:
«El olfato percibe lo que no llega a advertir la mirada, y no precisa la lejanía del tacto, y previene de un peligro que captaría demasiado tarde el paladar».
«21 personas que hacían la compra o pegarle un tiro en la cabeza a un hombre
inerme que iba por la calle con su hijo de la mano, o a un columnista que volvía perezosamente de desayunar un domingo, con
una brazada de periódicos».
«Ahora este así llamado documental va a
presentarse con las galas propias del Festival de San Sebastián, y
mucha gente, sobre todo asociaciones de
víctimas, ha expresado su protesta, y ha llegado a pedir que se cancele ese estreno»
«Jordi Évole apela a la libertad de
expresión, y argumenta que
quienes rechazan de antemano su documental debieran esperar a verlo para dar su
opinión».
«una novela mía, en la que había una
escena, cerca del final, en la que un terrorista dispara a un
policía, y no se sabe si lo
ha matado»
«Sobre esas personas es preciso que se
hagan documentales, y que se estrenen
con todos los honores en San Sebastián».
La
Real Academia contempla, no obstante, un caso de uso correcto delante de las
conjunciones citadas, especialmente “y”:
Sin
embargo, se coloca una coma delante de la conjunción cuando la secuencia que
encabeza expresa un contenido (consecutivo, de tiempo, etc.) distinto al
elemento o elementos anteriores. Por ejemplo: Pintaron las paredes de la habitación, cambiaron la disposición de los
muebles, y quedaron encantados.
Si
no me equivoco, solo uno de los pasajes citados puede considerarse legitimado
por esta excepción; es el primero:
«El olfato percibe lo que no llega a advertir la mirada, [por tanto] / y no precisa la lejanía del tacto, [por tanto] / y previene de un
peligro que captaría demasiado tarde el paladar».
2. Otra regla sobre la coma que he visto conculcada es
esta:
5.2.1.
[…] Cuando los elementos de la enumeración constituyen el sujeto de la oración
o un complemento verbal y van antepuestos al verbo, no se pone coma detrás del
último. Ejemplos: El perro, el gato y el
ratón son animales mamíferos. De gatos, de ratones y de perros no quiere ni oír
hablar.
No
obstante vemos que, al menos una vez, el texto que analizamos se sale de la
norma:
« Cada muerto, cada herido, cada
superviviente, ha tenido una vida»
3. Por último, en contra de los casos
anteriores, donde podría decirse que sobran comas, he apreciado varios en los
que faltan, de acuerdo con esta otra regla:
5.2.5.
Los incisos que interrumpen una oración, ya sea para aclarar o ampliar lo
dicho, ya sea para mencionar al autor u obra citados, se escriben entre comas.
Son incisos casos como los siguientes: a) Aposiciones explicativas. Por
ejemplo: En ese momento Adrián, el marido
de mi hermana, dijo que nos ayudaría. b) Las proposiciones adjetivas
explicativas. Por ejemplo: Los vientos
del Sur, que en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, incomodan a los
viajeros. c) Cualquier comentario, explicación o precisión a algo dicho.
Ejemplos: Toda mi familia, incluido mi
hermano, estaba de acuerdo. Ella es, entre mis amigas, la más querida. Nos
proporcionó, después de tantos disgustos, una gran alegría. d) La mención
de un autor u obra citados. Por ejemplo: La
verdad, escribe un político, se ha de sustentar con razones y autoridades.
El siguiente enunciado creo que pide coma delante de “como”,
porque responde, seguramente, a más de uno de los modelos ilustrados por los
ejemplos de la Ortografía académica:
«No “contra la violencia” como decían sanitariamente algunos».
En el enunciado siguiente, hay varios incisos constituidos por
proposiciones subordinadas antepuestas, que, pese a estar en construcciones
sintácticamente idénticas, se puntúan de diferentes formas, todas erróneas,
según la regla anterior o las transcritas más arriba:
«Un día, este verano, en un restaurante de Mallorca, pedí el pescado del día y cuando me lo pusieron delante el olor a
podrido me revolvió el estómago. Lo aparté a un lado, y cuando logré llamar la atención de un camarero
agitado y sudoroso, visiblemente desbordado por sus obligaciones, me miró con
aire de sospecha, y al oír mi observación sobre el plato que él mismo me había servido puso
cara de contrariado, casi ofendido».
Tal vez alguien podría acusarme de osado por intentar corregir a un
escritor de la talla de Muñoz Molina, con tan larga y brillante trayectoria y
con el mérito añadido de ser miembro de la Real Academia. Dicho así, tal vez lo
parezca, pero mi análisis me respalda porque creo que está suficiente y
claramente fundado. Desconozco los hábitos del gran novelista andaluz a la hora
de ponerse a redactar y el modo en que revisa sus textos, literarios o no,
antes de darlos a la imprenta. No sé si interviene un corrector, a su cargo o
contratado por las empresas editoriales con las que publica; en tal caso, los
errores señalados habría que achacarlos tal vez a este. Puede, por último, que
los escritos breves sobre todo, como el que me ha ocupado, se transfieran por
el autor al dictado mediante algún artilugio técnico de tantos como hoy se
dispone. Ojalá fuera así y yo pudiera quedar a salvo de acusar a uno de los
mejores novelistas actuales en lengua española.
JOSÉ ANTONIO RAMOS
28.923
[1]
La primera fue con el artículo «Todo lo que era sólido: una incoherencia ortográfica», inédito, 2016.
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