En los bajos del bloque pegado al mío, hay una tienda de
chinos. La regenta una pareja que hace algo más de un año tuvo una niña. La
chinita está todo el día correteando por el local, muy espacioso, cogiendo
esto, soltando aquello, gateando, escondiéndose, saliendo, entrando, chillando,
riéndose… Tiene una tata a la que la infantita somete a una actividad frenética,
ejercida no obstante con suma entrega y extrema paciencia, para que el cuidado no acote demasiado el campo de acción de la nena ni su acción misma. Llama la atención de todos los
clientes y clientas esa niña, y a todos atiende a su manera, con un salero y una
disposición que asombra, pues apenas habla y, desde luego, lo que habla no es
español; no sé si entiende o solo intuye lo que le decimos quienes frecuentamos
el bazar; el cariño con que nos expresamos sí que parece sentirlo. El caso es
que la chiquilla, un rabo de lagartija, no para un minuto y parece que todo y a
todos los lleva para adelante. A veces incluso echa una mano en la “colocación”
de artículos, cajas… Cuando voy con mi perrilla, también tiene qué hacer con
ella.(*)
http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/abogados_catolicos/nina-china.gif |
Viene esto a cuento de que, hace unos días, una señora mayor
se quedó unos instantes contemplando a la chinita y soltó la siguiente
expresión, a modo de halago, que ninguno de los tres orientales adultos
presentes olió, claro: “Ay, qué sacuía
“. Escrito en cristiano: “Ay, qué sacudida”.
Los antequeranos que estábamos por allí entendimos perfectamente la
frase y asentimos, aceptando su exactitud. Tal participio se dice de las niñas
o mujeres vivas, inquietas, llenas de energía y dispuestas a no parar de hacer…
lo que sea, pues a todo se atreven y con todo pueden, todo movimiento les
atrae... Hacía tiempo que no oía yo la palabra y, como a amigo al que
encuentras después de unos años, me gustó tropezármela, usada además tan
correcta y adecuadamente en su contexto.
Sin mucha convicción, consulté el diccionario académico por
si acaso, pues creía que era un uso
dialectal del participio. Pero no. En el
artículo correspondiente a “sacudido”, la segunda acepción es “desenfadado,
resuelto”, detallando que es adjetivo. Más o menos, es lo que se entiende por esta tierra cuando, como la señora de la tienda, se quiere definir el talante de niñas del
tipo de la chinita.
Que, además de “sacuía”, es (y esto lo digo yo) “salaísima”
y “mu grasiosa”.
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(*) La niña de la foto no es, lógicamente, el personaje al que me refiero.
Cómo me gusta conocer este tipo de expresiones...
ResponderEliminarGracias por acercármelas hasta aquí.
Saludos desde el campo.
De nada, Manuela. Gracias a ti por tu visita, tan agradable y por tus palabras.
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