viernes, 26 de agosto de 2011

SASTILLANDO


               El llevar la ropa ajustada, muy ajustada, puede ser una línea de estilo, dentro de las múltiples que propagan los centros de la moda, tanto femenina como masculina. El punto, la licra y otros tejidos más o menos elásticos se ciñen al cuerpo como una segunda piel y marcan todas las formas de su orografía, avivando así su fuerza sensual y provocadora.

               La camiseta corta y apretada, las mallas, la faldita mínima, comprimida al máximo en anchura y largura, el vaquero fajado a las nalgas y muslos... son prendas destacadas en esta corriente un tanto exhibicionista, esta especie de nudismo textil. Pero también puede ser consecuencia de una carencia: los niños crecen y se les queda pequeña la camisa, el pantalón, el vestido, el jersey...; la mamá o el papá, o los dos, engordan y la ropa no da de sí..., pero hay que seguir vistiendo esos atavíos porque están nuevos y porque no se tiene dinero para renovarlos. Aquí, la estrechez indumentaria no proviene de la holgura económica que permite la elección estética, sino que se trata, simplemente, de la obligación de apretarse el cinturón y soportar la opresión del atuendo general sobre el físico, a pesar de resultar a menudo bastante incómoda y deslucida.

               En mi pueblo, Antequera, tenemos una palabra para designar esta cualidad, o defecto, de la vestimenta que vengo señalando. Me refiero al verbo "sastillar". Decimos, por ejemplo, "Esta camisa me está sastillando, no me puedo ni mover", "No te pongas el vestido de encaje, que te está sastillando". Como vemos, sólo se emplea en gerundio y con el verbo "estar". Además, según se desprende de los ejemplos, aparece en contextos en los que la parquedad y el consiguiente prensado son más bien un inconveniente, una escasez poco atractiva y, desde luego, una circunstancia no deseable ni deseada. Nunca lo he oído para referirse a lo excesiva, pero voluntariamente apretado.

               Desconozco el origen del término. Desde el punto de vista formal, podríamos verle un lejano parecido con "astillar", que significa 'hacer astillas', y "desastillar", con el sentido de 'sacar astillas de la madera'. A falta de más datos, ni una ni otra palabra las juzgo emparentadas con "sastillar"; a no ser que tiremos de imaginación y acudamos a una metáfora: al ceñirse al cuerpo, la ropa podría pensarse que actúa como lija o incluso como escoplo, gubia o formón. Más cercanía, incluso semántica, manifiesta el verbo "estallar", con el que confieso tener asociado en mi memoria lingüística "sastillar": el enunciado "Ese pantalón le está estallando" ('a punto de estallar') posee un sentido muy próximo a "Ese pantalón le está sastillando".

               En cuanto a su difusión, además de la comarca malagueña de donde procedo,tan sólo he encontrado documentada la palabra en un léxico de la región de Extremadura, concretamente el Vocabulario de Valdelacasa de Tajo (Cáceres). Se recoge en gerundio, "sastillando", y se le atribuye un significado muy distinto al que tiene en mi tierra: "Muy nervioso, que no para".

               Por último, compruebo que el verbo antequerano no conserva ya tanta vitalidad en el lugar. La fuerte presión que ejercen hoy los medios de comunicación y otros focos propagadores de la homogeneización cultural arrincona muchas singularidades locales y regionales. Tal vez entre la juventud ya casi no exista. Abogo, pues, por dar impulso al vocablo, al cual profeso el cariño de lo familiar, e invito a quien haya leído esta breve exposición a que se atreva a utilizarlo alguna vez, si es que ya no lo hace.


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