jueves, 11 de agosto de 2011

MOURINHO Y LA IRONÍA NO VERBAL


               En uno de los últimos encuentros de la pasada temporada, que enfrentaba al Real Madrid y al Barcelona, el árbitro expulsó al madridista Pepe, primero, y a Mourinho, después. El 'míster' luso, encabritado por la decisión del juez, porque intuía las consecuencias negativas que acarrearía para el equipo, se dirigió a él con malos modos. Al finalizar el partido, el entrenador declaró: "Al árbitro no le he dicho nada, simplemente me he reído y he aplaudido su decisión con dos dedos y nada más".
               Según creí apreciar en la retransmisión en directo, lo que hizo fue realizar gestos de aprobación con la cabeza, la cara y las manos, equivalentes a "Muy bien, muy bien. Su decisión es muy buena". O sea, que llevaba razón al afirmar que "no he dicho nada", que no pronunció frase ni expresión alguna; y también, al describir sus muecas y sus movimientos manuales y asignarles el valor de conformidad, asentimiento e incluso elogio que normalmente tienen.
               Lo que no confesó es que su intención era muy otra. Se vio a las claras. En el contexto en que se produjeron los hechos, su mensaje no verbal expresaba justamente lo contrario de lo que parecía manifestar, esto 
es, desaprobación, censura, reproche. Todos los que asistimos a la escena lo pudimos notar, entre ellos el árbitro, Sr. Stark, que obró en consecuencia.
               Cuando una palabra, expresión o gesto cobra un sentido opuesto al que le es propio, se produce un fenómeno retórico llamado ironía. Así, por ejemplo, si digo "Voy a salir a tomar el fresco", sabiendo mi interlocutor y yo que en la calle se han sobrepasado los 40 grados; o si un colega le pide a otro que le preste un videojuego para el fin de semana y éste responde "Siiii, ya mismo, ya mismo", con ese tonillo especial que seguramente dio a entender al solicitante que ya podía buscarse otra distracción.
                La ironía es un arma poderosísima, no sólo porque permite intensificar enormemente el significado del mensaje, una vez vuelto del revés, sino también porque proporciona al emisor un escudo para eludir toda responsabilidad. Volviendo a las situaciones anteriores, interpretadas las conductas en "sentido recto", ni la de Mourinho es punible, ni mi deseo de tomar el fresco tiene nada de particular ni la contestación del dueño del videojuego se sale de lo cortés. Pero...
                El caso del entrenador portugués es especialmente interesante, porque, salvo quizás alguna insistencia y reiteración superiores a lo normal, no hubo nada en sus gestos que denotara ironía. Tan sólo el contexto contribuía a ello: el que sus manifestaciones faciales y corporales sucedieran segundos después de que fuera expulsado un centrocampista imprescindible del Real Madrid. Pero, claro está, siempre puede tacharse de subjetiva e injustificada la catalogación como irónicos de sus gestos y movimientos, causa y fundamento de la tarjeta roja, también, y por eso mismo, valorada como injusta, etc.
               Los castigos que llevan aparejadas las cartulinas o cualquier otra forma de sanción en el deporte tienen una cierta trascendencia. Sin embargo, no son nada comparados con muchas de las penas que las sentencias judiciales imponen a los delincuentes condenados. Lo digo porque quizás algunas de dichas sentencias se basen, en parte, en declaraciones verbales o expresiones no verbales cuyo contenido irónico resulta imposible demostrar (si se recogen únicamente por escrito, en notas taquigráficas, por ejemplo). Desconozco cómo está la ley en este aspecto; desde luego, no me parece una cuestión menor.

5 comentarios:

  1. En la teoría de la comunicación valoramos diversos factores, y entre ellos señalamos como no uno de los menos fundamentales, el contexto o situación que ayuda a entender el sentido de un mensaje. El caso de Mourinho es clarísimo. Un emisor emite un mensaje con unos signos determinados (código) que recibe un receptor (árbitro -y todos nosotros los que lo vimos en televisión), pero es determinante la situación en que se produce y que propicia ese desajuste entre la interpretación "recta" y la ironía o tal vez sarcasmo. Un padre de los de antes golpea a su hijo con la correa. Éste asiente a cada golpe y dice ¡muy bien! ¡Bravo! Su padre en lugar de aquietarse siente la provocación pues no es lo que él espera y le golpea con más saña. El árbitro esperaba con el castigo infligido a Pepe que el equipo aceptara la sanción con cierta humildad o reconocimiento, pero Mourinho, provocador nato, hizo lo que hizo con intención inequívoca que el árbitro entendió perfectamente. La ironía es un desajuste hiriente en algunos casos. Revela orgullo, chulería, resistencia, insulto. todo menos a la resignación, pero quizás estemos hablando más bien de sarcasmo. La ironía es más bien suave y no es propia de los españoles o portugueses que estamos a años luz de la flema irónica británica.

    ResponderEliminar
  2. Entonces...del dedo en el ojo ni hablamos.
    Un abrazo amigo.
    Espero recuperar el ritmo normal en breve, y poder leer (con sumo gusto) todos tus post anteriores.

    Salu2

    ResponderEliminar
  3. Hola, amigo Joselu. ¿Ya de regreso? Con las pilas rellenas. Jeje. Mira, he visto que has colgado un artículo en tu blog "Profesor de Secundaria", pero no puedo entrar a leerlo. No sé qué pasa. Luego intentaré hacerlo con otros navegadores.
    Efectivamente, pensándolo mejor, gesticulación de Mou tal vez esté (aquí y siempre) más cerca del sarcasmo que de la ironía. También de la mala educación. Gracias. Salud(os).

    ResponderEliminar
  4. Lo del dedo es de malísima educación, este hombre es un cafre. Y un chulo. También puede ser consecuencia de su ignorancia lingüística, porque quiso tomarse al pie de la letra la frase "Meterle a uno el dedo en el ojo". Por suerte para Tito, no se le vino a la cabeza esta otra frase sinónima: "Tocarle a uno los cojones". Aunque cerca estuvo, porque luego dijo, despectivamente, "Pito" en vez de Tito. Salud(os)y bienvenido.

    ResponderEliminar
  5. Fue un error que activó el botón de publicación, pero no había nada. Lo borré, pero no pude evitar que en vuestros blogrrolls apareciera como publicado. Siento que deseo decir muchas cosas, pero las voy almacenando en mi repertorio que se iniciará no dentro de mucho. Estamos a punto de regresar a Barcelona. Por aquí hace frío. Escribo en una terraza de un bar donde hay wifi y llevo puesto el chubasquero. He visto en la tele Matar a un ruiseñor. Hermoso el cine. Saludos.

    ResponderEliminar