Hoy, esta mañana, ha sido uno de los pocos días en que he
quitado la radio a mitad del programa informativo que normalmente escucho. Un
programa de los que suelen realizar ahora desde muy temprano y que incluye no
solo noticias, sino también comentarios y tertulia. No he podido soportar más,
me he venido abajo. Le he dado al power
entre hastiado y deprimido. Me sentía ya
harto de tan machacona repetición del mismo tema, la economía de nuestro país;
cuestión que va camino de alcanzar en frecuencia a otras dos, reiteradas hasta
la saciedad: la mentira y la corrupción, de las cuales acusan ininterrumpidamente
unos políticos a los del bando contrario. Estoy hasta la coronilla (diría, si
tuviera aún coronilla), de déficit,
recesión, prima de riesgo, mercados, etc., etc. , de que “Fulano no dice la
verdad y lo sabe” o de que “Zutano y Perengano están metidos hasta el cuello en
una operación de trinque”…, de oír todo esto una y otra vez, y luego otra vez y
otra vez… sin parar.
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Todo
cansa y algunas cosas, más. Como estas, por ejemplo, de las que no solo se
habla sin parar, sino que siempre se dice casi lo mismo: que van fatal, cada
día peor. Lo quel da lugar al desánimo, al agobio, a la desesperación… Es como
si te recordaran cada minuto que estás al borde del precipicio, en la punta más
alta de un acantilado, dentro de un avión averiado que desciende sin control…,
a punto de caer y estrellarte.
La radio, así, no es buena compañía. Con ese tono dramático y ese aire lúgubre, ya
no comunica, sino zarandea, empuja, tortura, amenaza. No quiero más
información, no quiero más actualidad de tal signo. Prefiero algo más asequible
a un nivel de resistencia a la angustia medio, como es el mío, creo. Quiero
salir de esta especie de cámara de gas donde me ahogaré si no abro alguna
ventana por donde respirar oxígeno, aunque sea de mala calidad. Prefiero que,
en estos momentos de postración nacional, me hablen de realidades tal vez menos
trascendentes, menos decisivas, pero más consoladoras, más sedantes: la iglesia
que han restaurado en Segovia, las victorias del equipo de fútbol femenino de
Nosedonde, la cazuela de calabacín con chistorra que cocinan en el chiringuito
Equis de Santoña, el traje de comunión del vigésimo hijo de Julio Iglesias,
etc., etc. Sugiero que, al menos,
combinen el condimento dulce con el agrio y alrededor del duro hueso encontremos
los oyentes un poco de jugosa carne. O
que, cuando haya que tratar de lo desagradable, se exprese con los términos
menos descarnados posible. O que encarezcan lo bueno que también ocurre en la
economía y en la política.
A
mucha gente no nos interesan demasiado los temas frívolos, más bien poco,
poquísimo. Si los pedimos y atendemos a
ellos, es por exclusión, para no dejar hueco a los otros , funestos, mejor
dicho, al insistente dale que dale de
los otros. Y porque podemos… manejarlos, criticarlos, poner de vuelta y media a los
protagonistas o a los medios que cuentan las historias, o bien alabarlos hasta el
infinito…, sin que pase nada ni quedemos motejados de antipatriotas, de progres
o de carcas… y encima nos surja mala conciencia; y sin que se hunda el mundo
por el simple hecho de que sucedan o dejen de suceder; sin que todo espacio
informativo nos coloque encima la espada de Damocles. No queremos encontrarnos
en situaciones límite cada cuarto de hora.
No voy a
exigir a los medios que sean una feria y que me alegren la vida; pero sí que,
por lo menos, no me la fastidien más de lo que ya está. Que me distraigan un
poco, entre una y otra noticia aciaga, relatada de forma austera; que me hagan
olvidar, mientras salgo a la calle y compruebo, quiera o no quiera, que han
cerrado un comercio más y que sestea en el parque una decena más de jóvenes en
paro. Les haré un ruego general en los términos de una de las conocidas máximas
comunicativas de Grice: llegados al punto fatídico, “sean ustedes todo y sólo
lo informativos que deban ser”. Queremos
estar enterados de lo que pasa, pero no más de la cuenta.
Desgraciadamente, hay días en los que sólo nos encontramos noticias negativas, en la actualidad eso sucede habitualmente y la realidad no se puede cambiar. Sí es verdad que podríamos buscar otro tipo de noticias, quizás menos relevantes, pero que ayude a cambiar el tono de los programas, pero para ello posiblemente habría que cambiar todo el proceso informativo y la forma de trabajar en las redacciones, aunque si la audiencia no quiere sólo noticias negativas y a los profesionales tampoco nos gusta contarlas, posiblemente sea la hora de cambiar.
ResponderEliminarComo suele decirse en el periodismo, es noticia la riada y no el manso fluir del arroyo. Es lógico que los medios reflejen la dura realidad actual de España y Europa. Pero, desde el punto de vista del público, resulta un tema muy repetitivo. No sé cuál es la solución "buena". En mi artículo expreso la sensación, no la solución, o por lo menos no muy aquilatada y medida. Javi, gracias por tu visita a este semidesértico blog, jeje. Sigo entrando en el tuyo. Salud(os).
ResponderEliminarEstimado jaramos:
ResponderEliminarNo te imaginas lo identificada que me siento con este texto tuyo.
En el pueblito donde vivo, y más concretamente en mi habitación, solo puedo escuchar RNE. Aquí las ondas también son muy suyas.
Excuso decirte la de veces que apago la radio por las mañanas; no por razones ideológicas, sino porque la repetición de malas noticias y declaraciones se hace imposible de soportar. Y por las noches, el discurso delirante, exagerado y ostentoso (entre otras cosas) de la presentadora, acaba con mi paciencia.
Así que, sí, yo también quito la radio.
Un abrazo.
Los medios confunden a veces "informar" con "informar de lo malo y negativo". Y ahora ¡hay tanto negativo donde elegir...! A este paso, se van a quedar más solos que los Padres Santos, que solo hay uno. Gracias por tu visita y comentario, Manuela.
ResponderEliminarNo es para tanto, solo es un programa de la radio.
ResponderEliminarEs por la machaconería en el mismo tema un día y otro, Chispazo. Yo comprendo que deben dar cuenta de lo que pasa, pero tal vez haya otras fórmulas menos repetitivas. Gracias por tu visita y comentario.
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