En un
artículo publicado en este mismo blog hace unos años (http://ahitequieroyover.blogspot.com.es/search?updated-max=2010-12-22T08:11:00-08:00&max-results=1&start=38&by-date=false), propugnaba yo una reforma
de la ortografía del español mucho más honda y decidida que la realizada por la
Real Academia, que estaba próxima a aparecer en forma de libro (http://www.rae.es/sites/default/files/1ortografia_espanola_2010.pdf). Criticaba en mi escrito "los cambios, los cuales parece que no pasan de meras sustituciones y eliminaciones de carácter secundario". Pensaba que era una reforma "muy parca". Ahora sigo creyendo que fueron unas modificaciones demasiado leves y tímidas. Por mor de mi profesión, me baso, sobre todo, ahora como entonces, en argumentos de carácter didáctico."Mi enfoque siempre parte de la perspectiva de la enseñanza (que no es oficialmente mayoritario al parecer): no tiene justificación ya ocupar (perder, me atrevo a decir) tanto tiempo y esfuerzo en el intento, casi siempre baldío, de que los niños aprendan y apliquen la ortografía correcta o, como se suele decir, que no saquen faltas de ortografía".
Con tal fundamento, proponía unos cambios en las
reglas, prudentes, eso sí, pero algo más rotundos que los adoptados por la
sabia institución, demasiado conservadora en esto. Con la esperanza de que
algún día, seguramente lejano, los académicos sientan la necesidad de un
impulso renovador más atrevido, mantengo en su conjunto las normas ortográficas
que en el citado artículo expuse. No obstante, quiero volver a tomar un punto,
el de la acentuación, respecto a la que me mostraba a favor de una regla única: "7. Colocación de tilde en la sílaba tónica de todas las palabras
polisílabas: “mésa”, “retén”, “sostenér”, etc. Así se evitaría entrar en
pormenores de teoría prosódica, que los niños no entienden y los mayores
olvidan”. Sin duda, supone un cambio drástico y general de la grafía del
acento.
Me fijo de nuevo en esa cuestión, para considerar una
interesante formulación de F. Villegas B. en la web de la FUNDEU (https://www.fundeu.es/sobre-fundeu/quienes-somos/), aparecida por las mismas fechas que mi artículo, pero que
he conocido hace unos días tan solo (https://www.fundeu.es/noticia/las-tildes-al-diccionario-6302/). Adopta el autor una posición diferente a la mía, aunque
parte de unos principios y apunta hacia un objetivo parecidos. También está su
concepción bastante más desarrollada. En concreto, defiende, como yo, una sola
regla general, pero esta es: que ninguna palabra de ningún texto escrito del
español aparezca con tilde. Aporta argumentos referidos a los varios tipos de
palabras: las polisílabas, las que llevan lo que se puede considerar diptongo o
hiato, los vocablos de grafía y pronunciación parecida (a los que únicamente
distingue el acento), las palabras compuestas, los monosílabos, los
interrogativos y exclamativos, etc.
El postulado básico es el siguiente: "Todos
aprendemos a escribir mucho después de saber cómo se pronuncian las diferentes
palabras. ¿Para qué se tiene que señalar permanentemente en el escrito lo que
todo el mundo sabe?”. Tal como lo hacemos ahora (o lo deberíamos hacer), parece
que escribimos para extranjeros o para gente que ignora o apenas sabe la lengua
común y usual. Personalmente me parece incontestable, si se adopta solo la
perspectiva del emisor-escritor, y no tanto la del receptor-lector. Después
tomaré de nuevo este punto.
Respecto
a las vocales en contacto, afirma Villegas que “todo el problema está en
reconocer si las dos o tres vocales contiguas pertenecen a una misma sílaba o a
dos diferentes. Esto solo se sabe por lo que se ha escuchado de oídas”. Con lo
que, de nuevo, se remite al criterio esencial, expresado arriba; “no es necesaria
una nueva norma”.
“Donde
habría una exigencia mayor sería en los polisílabos que pueden tener hasta tres
significados distintos, v. gr. “práctico", "practico",
"practicó” o solo dos, como el utilizado por García Márquez en su
discurso: “revólver" y "revolver”. Por el solo contexto se sabe qué
palabra es el verbo y cuál sustantivo, y en el verbo si es primera persona o
tercera. El contexto es el que no nos permite equivocarnos, no necesariamente
la tilde. Algo similar ocurre con los monosílabos que regulan las Academias:
“el, tu, mi, te, mas, si, de, se, o”. Es el contexto el que indica su
significado, no necesariamente la tilde. Lo mismo en los demostrativos”.
Por
último, “¿por qué se tiene que poner tilde en algunos pronombres para indicar
la interrogación o la exclamación si, al mismo tiempo, estamos colocando los
signos de puntuación que indican esta función, con el agravante de que no solo
los ponemos al final, sino por partida doble, desde el principio?”.
Continúa aquí
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